martes

Dorados.


He tenido un sueño, un magnifico y formidable sueño, y tu mirada, tus manos, tu pelo, tu sonrisa, tus movimientos estaban en él.
Estabamos allí, sentados en una nube de caramelo dibujando nuestro pequeñito sendero, a la izquierda y todo recto hasta una gran puerta dorada, allí encontraríamos la felicidad infinita, las respuestas de nuestras incesantes dudas.

Una de tus miradas furtivas me repaso en un instante y no pude evitar sonreir para mis adentros.
- ¿Qué estabas mirando? le pregunté intrigada. Ella simplemente se limitó a dejar su cuaderno y se abalanzó sobre mí, haciendo que mis mejillas se encendieran.

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