domingo

Con la esperanza en un puño.

Corría acelerada, calle abajo, con el viento helandole sus pomulos sonrosados, como si cupiese la posibilidad de que la cita dejará de existir, por un momento, se tranquilizó, paro en seco y respiró profundamente, durante un segundo dejó la mente en blanco, ató su pelo lacio con un escandaloso lazo verde en una alta coleta y con paso firme y decidido cruzo la puerta del restaurante, constantemente y en repetidas ocasiones miraba el reloj confundida, mirando sin ver.

Doce minutos tarde, 26 minutos, 47.... allí estaba ella, en la mesa de siempre, con el lazo de siempre y su sonrisa de siempre.... 

12 de Diciembre.
Un año más, no se presento.

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